El primer contacto que tuve con la UOC fue en febrero de 1999. La conocí por casualidad a través de una referencia en un artículo de periódico. Me picó la curiosidad y visité su web. ¡Caramba, aquello era muy interesante y tenía muy buena "pinta"! Por motivos personales y profesionales, entonces no pude profundizar más mi relación con la UOC. ¡Ya me hubiera gustado! De vez en cuando visitaba su web y estaba al tanto de las novedades que se iban produciendo. En mayo del 2000 vi que buscaban gente para hacer labores de consultor en Empresariales. Cuando leí los requisitos pensé que los habían redactado pensando exclusivamente en mí, porque se adaptaba totalmente a mi perfil: Experiencia profesional, experiencia docente, interés por las nuevas tecnologías... La UOC me estaba diciendo: "Alberto, ven conmigo". No pude resistirme, claro. Luego vinieron los trámites de rigor, entrevista con Josep Maria Batalla, reunión en Madrid, reunión en Barcelona... Cada cosa nueva que descubría era un motivo más para afianzar mi relación con la UOC. En septiembre del 2002 comencé el doctorado en la UOC. Una experiencia irrepetible que necesitaría varias horas para describir. Creo que seré una de las personas que más alumnos ha traído a la UOC de manera informal por la vía del "boca a boca". De memoria, calculo que unas cincuenta o sesenta. Algunas de ellas de la manera más insospechada y surrealista: en un hipermercado, mientras compraba un ordenador portátil; en la sala de espera de un aeropuerto; mientras estaba rellenando un parte de accidente de coche con la persona que me acababa de dar un golpe; a la camarera de un bar de copas... cualquier sitio es bueno para contar las maravillas de la UOC. Si alguna vez dan un premio al mejor prescriptor o difusor de la UOC, seguro que me considerarán como candidato.