UOC, 10 anys d'història
Jorge Bronet (Responsable sede UOC de Madrid)
Julio del 2000, año de nuestro Señor, momento en el que me incorporé a esta interesante iniciativa educativa.

Uf, tengo la sensación de que haya transcurrido todo un milenio. Se han sucedido rápidamente muchas vivencias e importantes hechos desde entonces.

En esa fecha inaugurábamos el primer centro de la UOC en Madrid, una apuesta por acercar un nuevo modelo pedagógico de educación superior basado en el uso intensivo de las TIC a la sociedad y ciudadanía española, un hito en la joven pero intensa historia de nuestra universidad.

Recuerdo que por aquellos primeros días debíamos explicar, sin remedio, a todos aquellos que se interesaban por una opción universitaria diferente, antes que nada, qué era Internet, para pasar a describir nuestro método de aprendizaje. ¡Qué complicado se hacía!, de verdad. Algunos de nosotros ni tan siquiera podíamos imaginar las innumerables posibilidades que la red de redes iba a abrir o su impacto sobre las maneras de hacer tradicionales y usos habituales.

Parece mentira, tan sólo han transcurrido cuatro años y todo ha cambiado sustancialmente, es una locura. Hoy ya no recibimos la demanda de explicar esta tecnología y nuestro asesoramiento se concentra en la forma de estudio que proponemos y las recomendaciones personalizadas según cada caso concreto.

Con Internet ha sucedido algo similar a lo ocurrido con los teléfonos móviles: algunos no concebimos nuestras vidas sin ellos y parece que siempre hayan existido, cuando son herramientas de comunicación recién nacidas.

Éramos la especie desconocida, el bicho raro del sistema universitario. Ahora son muchas las universidades y centros educativos españoles que tienen como objetivo estratégico y prioridad la incorporación paulatina de las TIC en sus modos de enseñar. Nos convertimos hace muy poco, así, en punto de mira o centro de atención para el cambio y el desarrollo educativo.

Pero antes de que esto ocurriera tuvimos que enfrentarnos a otra gran batalla: la idea de rivalidad entre calidad y metodologías de aprendizaje no presenciales con la utilización de Internet. Actualmente se empieza a abandonar la incorrecta noción que enfrenta la excelencia a la formación virtual.

Todavía existe otro frente abierto. Hablo de la comprensión del coste de la formación en línea. Detrás de ella encontramos a un equipo profesional muy numeroso, personas de carne y hueso (personal de gestión, personal docente colaborador, profesorado propio, direcciones de programas y de estudios, miembros del Consejo de Gobierno y autores), instalaciones en cinco comunidades autónomas, en España, y varias fuera de ella, además de una inversión de envergadura en tecnología punta. Aunque este enemigo tiene los días contados, el entorno empieza a verlos. De hecho, son muchas las instituciones educativas de prestigio que han puesto en marcha iniciativas de teleformación que generan considerables pérdidas.

Muchas veces intento imaginarme el futuro cercano y puedo concluir sinceramente que no sé cómo será el mundo dentro de otros cuatro años, pero, si continúan avanzando los cambios con tanta velocidad, será muy distinto, ni mejor ni peor, diferente. De lo que sí puedo estar seguro es de que nuestra universidad seguirá mutando y avanzando permanentemente para ayudar a la sociedad a superar sus próximos retos. Para ello contaremos, sin ningún lugar a dudas y como lo hemos hecho hasta ahora, con la opinión, las aportaciones y la participación de todos los agentes de nuestra comunidad universitaria, especialmente los estudiantes.

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