Conocí la UOC en mayo del 2000, a través de Internet. La idea me parecía fantástica, pero no me fiaba ni un pelo; así que pedí información, me asignaron una tutora de inicio (Fuensanta Anaya, a quien tanto debo) y estuve todo ese verano investigando en todos los estamentos oficiales la validez y legalidad del proyecto y de las titulaciones ofertadas. En cuanto me confirmaron en el Ministerio de Educación que, a todos los efectos, era una universidad más, absolutamente legal y capacitada para otorgar títulos con plena validez, no lo dudé más; me matriculé pensando en si sería capaz de hacer la diplomatura en Empresariales, teniendo en cuenta que tenía que compaginar los estudios con el trabajo y con la familia. Mi mujer me animó muchísimo y me facilitó el estudio, asumiendo una mayor carga de trabajo tanto en casa como con los niños. Hoy, diez semestres después, estoy a punto de licenciarme en ADE e ITM y ya estoy pensando, teniendo en cuenta Bolonia 2010, en continuar con el doctorado. La verdad es que la UOC me ha enganchado totalmente. El sistema es francamente bueno, he conseguido aprender muchísimo y, lo que es más importante, he conseguido desarrollar una capacidad de trabajo y de organización y optimización del tiempo que ni podía imaginar cuando empecé. Por otra parte, he tenido la oportunidad de conocer a muchísima gente maravillosa, profesores y alumnos, a algunos incluso en persona, que me han llevado en volandas en los momentos difíciles (que ha habido muchos), y que han conseguido emocionarme más de una vez al ver la generosidad de tanta gente que es capaz de echarte una mano y dedicarte unos minutos de un tiempo que casi nadie de los que estudiamos aquí tenemos, cuando las cosas se tuercen y la moral anda por los suelos. A tod@s ell@s, muchísimas gracias por compartir su tiempo y su esfuerzo conmigo.