En 1956, con 14 años y finalizada la primera reválida, tenía que elegir entre hacer letras o ciencias en quinto de bachillerato. Mi padre me lo preguntó y elegí letras. Me dijo que con letras no me ganaría la vida y me matriculó en ciencias. En aquellos tiempos y con 14 años, no se podían discutir demasiado las decisiones paternas. Tras acabar el bachillerato escogí la rama de Química y unos años más tarde terminé los estudios con alguna otra especialización de la rama de ciencias (Micobiología y Fermentaciones). A lo largo de mi vida profesional, poco a poco, pero cada vez más, he ido decantándome hacia cargos próximos a las letras (la vocación permanece en el interior de uno). Hoy, y gracias a la UOC, donde estoy cursando la licenciatura de Humanidades, estoy inmerso en un viaje que me permitirá conseguir aquella lejana meta de los 14 años. Empecé en 1998 a los 55 años, y hoy, ya con 62, he sobrepasado los 160 créditos, más de la mitad del camino. Para mí, la UOC me ha ayudado a llenar un poco más el vaso de todas aquellas cosas que a lo largo de la vida te ayudan a ser feliz. Si no pasa nada, he calculado que, con la ayuda de una ya cada vez más próxima jubilación, en el año 2009 habré acabado los estudios. Me gustaría mucho que mi padre hubiera estado presente. A él también le habría gustado.