En 1998 decidí estudiar desde una universidad no presencial. En aquella época poca gente tenía Internet o, incluso, ordenador personal en casa. Vi una propaganda de la UOC con las tres o cuatro licenciaturas que ofrecía entonces y me matriculé. En Tarrasa todavía no había centro de apoyo y tenía que ir a Sabadell para arreglar el papeleo, ya que yo provenía de otra universidad. ¡Cuál fue mi sorpresa al descubrir que todavía me relacionaba con más gente que en los años pasados en Bellaterra! Los estudiantes colaborábamos más entre nosotros que en la universidad tradicional. Me pasaba horas delante del ordenador. La propia UOC nos enseñaba a navegar por Internet porque todos éramos inexpertos. Y, ocho años después, aquí estoy de nuevo...