Vivir la virtualidad Lo más difícil de trabajar en la UOC es tener que traducir todo lo que pasa a tu alrededor en "lenguaje virtual". Lo que para otras universidades es lo más habitual, lo que es "normal", para la UOC se convierte muchas veces en un auténtico tour de force donde la imaginación está en el poder, da igual de qué tema se hable.
Un tema estrella son las becas de movilidad, es decir, becas para que la gente de una universidad siga un curso en otra universidad: "¿y les pagaremos los desplazamientos, y la vivienda, y las comidas, y...? Muy bien, pero para quien quiere estudiar en la UOC, ¿qué desplazamientos, viviendas y comidas le pagaremos?".
En cuestiones de cooperación para el desarrollo el tema roza, a veces, el surrealismo. "No, no, en principio, los voluntarios de la UOC no irán a tal o cual país: la idea es que hagan voluntariado desde casa [...]. Sí, sí, desde casa y por medio de un campus virtual, con la sola ayuda del correo electrónico, un aula, un grupo de trabajo". Los hay que todavía no creen que el e-learning pueda aportar algo al desarrollo de los países menos avanzados.
A veces, sin embargo, sucede lo contrario. Recuerdo una reunión entre universidades para hablar de temas de ecología y reciclaje: "Ah, ¿tú eres el representante de la UOC? ¿No eres real, no? Eres un holograma y todos te vemos pero en realidad no estás aquí".
Sí, sí, la verdad es que la proporción de gente que conozco sin haberla visto nunca cara a cara empieza a ser preocupante.