UOC, 10 años de historia
M. Cinta Sanz Bellmunt (Postgraduada en Periodismo Digital)
Era hacia finales del año 2000 cuando las nuevas tecnologías de la información daban pasos firmes para implantarse en nuestra vida cotidiana. En aquellos momentos yo ya trabajaba en el Gabinete de Comunicación de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona y había propuestas inmediatas relacionadas con el mundo virtual. No sé cómo vi que la UOC impulsaba la primera edición del posgrado de Periodismo digital, que me atrajo desde el primer momento. Me lo pensé mucho, pero finalmente me apunté. Me parecía que era bueno para mi formación, tenía el atractivo de ser un lenguaje muy nuevo, todo estaba por hacer y era un mundo por descubrir. Profesionalmente, era un reto nuevo y con aplicaciones muy rápidas.

Residente en Tarragona, desde mediados de los años noventa había oído hablar mucho de Internet y de las transformaciones sociales, laborales, económicas... que la red comportaría. En esta ciudad en 1995 se estrenaba Tinet, la primera red ciudadana del Estado español. Veía a menudo a Manel Sanromà, un entusiasta de Internet y promotor de Tinet y todo lo que explicaba en relación con este medio de comunicación me parecía fascinante. Así que todo este entorno me animó a matricularme.

Fuimos la primera promoción y como sucede siempre en una primera experiencia el camino no fue fácil, el posgrado se alargó más del previsto y todos aprendimos a organizarnos sobre la marcha. En cualquier caso, fue una experiencia fantástica: había mucho interés por parte de los profesores y entre los compañeros nos ayudábamos muchísimo. Era impresionante estar haciendo una práctica a las tantas de la noche de un fin de semana o un día de fiesta y que te surgiera una duda: no había problema, ponías un mensaje y en seguida te contestaba alguien. Sentías a la clase muy cerca de ti, aunque nunca nos veíamos, sólo para ir a cenar o de copas algún día porque se creó buen ambiente.

Me pareció magnífico el sistema de trabajo: ir a tu ritmo, con unas mínimas pautas, que es obvio que existan cuando compartes una actividad de grupo. Todo dependía mucho de ti, que fueras mirando qué colgaban, que fueras responsable en tu organización... Ahora bien, para mí fue una manera de estudiar cautivadora y asequible: no tenía que estar pendiente de estar en clase a tal hora, destinaba tiempo al posgrado en función de mi disponibilidad, siempre tenías alguien que te atendía o te ayudaba... Nunca te sentías sola: en la red siempre había alguien. Fue una nueva manera de aprender que me resultó muy gratificante.

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